jueves, 24 de septiembre de 2009

QUE EL PUEBLO SEPA - QUE EL PUEBLO PUEDE

PRESENTACION DEL LIBRO

QUE EL PUEBLO SEPA - QUE EL PUEBLO PUEDE
La gesta del campo
marzo - julio 2008




SABADO 26 DE SEPTIEMBRE - 19 horas
COLEGIO NACIONAL - GENERAL VILLEGAS

Analia Chabeldin - Autora/periodista
Juan Cruz Jaime - prologuista/politologo
Lidia Maria Riba - V & R proyecto editorial

ADELA BASCH VISITA GRAL. VILLEGAS


martes, 22 de septiembre de 2009

BREVE HOMENAJE A LOS SINTOMAS QUE DESPIERTA LA PRIMAVERA


¿Qué misterio envuelve a esta estación que eleva la expectativa de la humanidad?
Es preciso recordar que la bella primavera es entregada a la tierra por el invierno, que real y simbólicamente es en todo el mundo sinónimo de oscuridad, encierro y frío.
Los primeros calores, (no estamos hablando de esos que comienzan a los 40 y pico) producen la traslación del planeta haciendo que las bajas temperaturas mermen y que sus habitantes salgan al sol. Ese sacudón de la modorra invernal produce una sensación de libertad y bienestar.
Sin embargo, los griegos creían en un misterio mayor. Las diosas Démeter y Perséfone representaban para ellos los poderes de la naturaleza, su transformación y la emergencia (no la emergencia sexual como parece en esta época, sino la emergencia cíclica). En la antigua Grecia, el primer día de la primavera era el día en que Perséfone, prisionera bajo tierra durante seis meses, volvía al regazo de Deméter, su madre.
Como iniciadora de nuevos ciclos, la primavera está asociada también a la diosa Afrodita, la deidad del amor. Y aquí es donde me detengo e intereso:
El despertar a la vida es también el despertar a la pasión y la creatividad que ella conlleva. Antonio Vivaldi bautizó “Primavera” al primer movimiento de “Las cuatro estaciones”, una de sus más excelsas obras. Sandro Botticelli la retrató magistralmente en los albores del Renacimiento. Homero hizo emerger de la mitología griega a Perséfone, la causante del reverdecer la tierra.
Decenas de artistas ofrendaron a la primavera sus mejores obras a lo largo de la historia de la humanidad.
Decenas de doncellas son complacientemente desfloradas en el comienzo de este florecer de la naturaleza. Este florecer produce extrañas sensaciones para quienes las experimentan por primera vez y se dejan llevar por caminos sinuosos de los que ya no se vuelve; quiero que me entiendan, no se trata de que es difícil volver, sencillamente quien conoce estos placeres NO VUELVE!!! Y Este es un mensaje para que aquellos empecinados en la abstinencia, COMPRENDAN QUE NO SE VUELVE!!!, quien ya ha experimentado estas sensaciones, cuando carece de ellas se siente verdaderamente desesperado, tiene extraños sueños de los que despierta algo confundido, divisa senos donde tan solo hay un desnudo codo; su humor sufre alteraciones, se enojan sin sentido y gritan porque si ¿me entienden?!!!!!!!!!
Las madres de aquellos adolescentes paliduchos, en esta época, comienzan a preocuparse, que si el nene estará comiendo bien o incubando alguna enfermedad… - el cambio de clima.- dicen estas madres -. uno no sabe cómo vestirse y entonces se enferma…….
NO señora, el nene no está enfermo, sí es cierto que la culpa la tiene el cambio de clima, pero el nene no se enfermó, el nene se descubrió y como no quedo convencido con el primer reconocimiento probó una 2º vez y le quedó alguna duda y dijo voy por la 3º y así transcurrió la noche y apareció el día y el nene seguía reconociéndose.
Pero no se preocupe señora esta etapa no dura mas de 10 o 15 años, después se le pasa y empieza, tarde a veces, a conocer el cuerpo de la mujer, pero no desespere de celos por su hijo, por madres como usted algunos hombres llegan a los 60 sin haber conocido verdaderamente aún el cuerpo de una mujer.
Y esto, todo esto, ocurre en la primavera y mas aun, con la llegada de esta prima que muchas veces es enviada a conocer plumas verdes, llegan otros cambios, porque cada tanto deja paquetitos no deseados que hay que mantener por los próximos 40 años.


Maria Rodriguez Frascara

FRASES PRIMAVERALES



  • Ninguna persona merece tus lágrimas, y quien se las merezca no te hará llorar. (Gabriel García Márquez).
  • La peor forma de extrañar a alguien es estar sentado a su lado y saber que nunca lo podrás tener. (Gabriel García Márquez).

  • Yo no hablo de venganzas ni perdones, el olvido es la única venganza y el único perdón. (Jorge Luis Borges).
  • A veces podemos pasarnos años sin vivir en absoluto, y de pronto toda nuestra vida se concentra en un solo instante. (Oscar Wilde).
  • Un hombre puede ser feliz con cualquier mujer mientras que no la ame. (Oscar Wilde).
  • No hay nada como el amor de una mujer casada. Es una cosa de la que ningún marido tiene la menor idea. (Óscar Wilde).
  • El amor, para que sea auténtico, debe costarnos.
    Madre Teresa de Calcuta (1910-1997) misionera yugoslava nacionalizada india.
  • Alguien que ama no insulta ni maltrata.
    Lucía Extebarria (1966-?) Escritora española.
  • Soportaría gustosa una docena más de desencantos amorosos, si ello me ayudara a perder un par de kilos.
    Colette (1873-1954) Novelista francesa. 1

miércoles, 16 de septiembre de 2009

PIRATAS EN EL RIO DE LA PLATA, Editores Le Comte

Este libro describe las llegadas y ataques de piratas y corsarios al Río de la Plata. Estas integran un capítulo poco conocido de nuestra historia argentina. El libro abarca el período que va desde 1578, año en que el feroz Francis Drake se acerca a nuestra mansa y serena costa, hasta fines del siglo XVIII.
El personaje principal de esta historia es el turbio e inconstante Río de la Plata que fue durante siglos nuestro más fiel defensor.

INTIMIDAD Y POLITICA - Diario, cartas y recuerdos de Mariquita Sanchez de Thompson



Mariquita Sánchez (1786-1868) fue una intelectual de la Joven Argentina, que se transformó en asesora cultural e ideológica, embajadora política, educadora y corresponsal privilegiada de su época. Propició las reformas de una sociedad abierta al progreso y a las libertades individuales, especialmente de las mujeres.
A partir del Diario, las cartas y los Recuerdos de Mariquita Sánchez, es posible rastrear la visión de país que la alentó, analizar el diálogo con sus contemporáneos, la influencia sobre las generaciones siguientes y las perspectivas con que aún hoy es citada, tomando en cuenta los puntos de unión entre lo privado y lo público. El registro que va de la intimidad a la política está marcado por una escritura fresca y brillante, que pasa de las noticias oficiales a las conjeturas, de las novedades a los chismes y de las murmuraciones a la alta política.
Mientras que el diario fechado entre abril de 1839 y marzo de 1840 está dirigido a Esteban Echeverría, las cartas tienen dos clases de interlocutores: los familiares y los hombres de Estado. Los amigos y la política conforman una suerte de familia ampliada. Entre sus destinatarios figuran el virrey Sobremonte, Juan Manuel de Rosas, Domingo F. Sarmiento, Manuel Belgrano, Juan Bautista Alberdi, Juan María Gutiérrez, Florencio Varela y Esteban Echeverría.
En sus sagaces Recuerdos del Buenos Ayres virreynal (escritos alrededor de 1860 para Santiago Estrada) se evocan el campo y la ciudad, estampas y ritmos de la época; la vida cotidiana e incluso la Primera Invasión Inglesa. Mariquita recorre también la arquitectura, las costumbres y las comidas de La Gran Aldea, porque todo suscita su interés y despierta su escritura.
Esta edición, que reúne textos dispersos e inhallables, adquiere el doble valor de lo histórico y lo vigente. Las obras de esta testigo excepcional brindan un mapa de la cultura, la política y las costumbres del tiempo de fundación de la Argentina.

“Mariquita Sánchez fue la gran cronista de los orígenes patrios. Inmortalizada por la escena en la que asistía al estreno del Himno, fue eje del clima independentista del siglo XIX. La edición de sus escritos permite revalorizar sus capacidades literarias, intelectuales y políticas... En esos textos Mariquita expresa con inusual talento literario su ironía y sagacidad.”

Diario Clarín, Revista de Cultura Ñ.

Autora: Mariquita Sánchez de Thompson y luego de Mendeville (Buenos Aires, 1786-1868) apoyó activamente al Ejército Libertador, lo que le valió el reconocimiento del General Belgrano y el General San Martín. En época de Rivadavia colaboró en la fundación de la Sociedad de Beneficencia, la cual llegó a presidir. Más tarde participó de otras instituciones educativas y de caridad vinculadas a ella. Gracias a su educación excepcional, refinamiento e inteligencia, se destacó en el seno de la avanzada cultural y política del siglo XIX. Durante el rosismo residió temporariamente en la Banda Oriental y en Río de Janeiro.Escribió innumerables cartas, recuerdos y un diario del exilio en Montevideo, en los que sobresale como una intelectual de su tiempo.Fue la anfitriona lúcida y generosa de las tertulias que renovaron la sociedad de su época. Por ello, la tradición dice que en las reuniones que organizaba en su casa se estrenó el Himno Nacional Argentino y la memoria histórica le confiere el título de Madre de la Patria.

martes, 15 de septiembre de 2009

EL AMOR EN LOS TIEMPOS DEL COLERA



El amor en los tiempos del cólera, de Gabriel García Márquez

Era inevitable: el olor de las almendras amargas le recordaba siempre el destino de los amores contrariados.El doctor Juvenal Urbino lo percibió desde que entró en la casa todavía en penumbras, adonde había acudido de urgencia a ocuparse de un caso que para él había dejado de ser urgente desde hacía muchos años. El refugiado antillano Jeremiah de Saint-Amour, inválido de guerra, fotógrafo de niños y su adversario de ajedrez más compasivo, se había puesto a salvo de los tormentos de la memoria con un sahumerio de cianuro de oro.













CUENTOS DE AMOR DE LOCURA Y DE MUERTE - HORACIO QUIEROGA



El almohadón de plumas

Su luna de miel fue un largo escalofrío. Rubia, angelical y tímida, el carácter duro de su marido heló sus soñadas niñerías de novia. Lo quería mucho, sin embargo, a veces con un ligero estremecimiento cuando volviendo de noche juntos por la calle, echaba una furtiva mirada a la alta estatura de Jordán, mudo desde hacía una hora. Él, por su parte, la amaba profundamente, sin darlo a conocer.
Durante tres meses —se habían casado en abril— vivieron una dicha especial. Sin duda hubiera ella deseado menos severidad en ese rígido cielo de amor, más expansiva e incauta ternura; pero el impasible semblante de su marido la contenía siempre.
La casa en que vivían influía un poco en sus estremecimientos. La blancura del patio silencioso —frisos, columnas y estatuas de mármol— producía una otoñal impresión de palacio encantado. Dentro, el brillo glacial del estuco, sin el más leve rasguño en las altas paredes, afirmaba aquella sensación de desapacible frío. Al cruzar de una pieza a otra, los pasos hallaban eco en toda la casa, como si un largo abandono hubiera sensibilizado su resonancia.
En ese extraño nido de amor, Alicia pasó todo el otoño. No obstante, había concluido por echar un velo sobre sus antiguos sueños, y aún vivía dormida en la casa hostil, sin querer pensar en nada hasta que llegaba su marido.
No es raro que adelgazara. Tuvo un ligero ataque de influenza que se arrastró insidiosamente días y días; Alicia no se reponía nunca. Al fin una tarde pudo salir al jardín apoyada en el brazo de él. Miraba indiferente a uno y otro lado. De pronto Jordán, con honda ternura, le pasó la mano por la cabeza, y Alicia rompió en seguida en sollozos, echándole los brazos al cuello. Lloró largamente todo su espanto callado, redoblando el llanto a la menor tentativa de caricia. Luego los sollozos fueron retardándose, y aún quedó largo rato escondida en su cuello, sin moverse ni decir una palabra.
Fue ese el último día que Alicia estuvo levantada. Al día siguiente amaneció desvanecida. El médico de Jordán la examinó con suma atención, ordenándole calma y descanso absolutos.
—No sé —le dijo a Jordán en la puerta de calle, con la voz todavía baja—. Tiene una gran debilidad que no me explico, y sin vómitos, nada.. . Si mañana se despierta como hoy, llámeme enseguida.
Al otro día Alicia seguía peor. Hubo consulta. Constatóse una anemia de marcha agudísima, completamente inexplicable. Alicia no tuvo más desmayos, pero se iba visiblemente a la muerte. Todo el día el dormitorio estaba con las luces prendidas y en pleno silencio. Pasábanse horas sin oír el menor ruido. Alicia dormitaba. Jordán vivía casi en la sala, también con toda la luz encendida. Paseábase sin cesar de un extremo a otro, con incansable obstinación. La alfombra ahogaba sus pesos. A ratos entraba en el dormitorio y proseguía su mudo vaivén a lo largo de la cama, mirando a su mujer cada vez que caminaba en su dirección.
Pronto Alicia comenzó a tener alucinaciones, confusas y flotantes al principio, y que descendieron luego a ras del suelo. La joven, con los ojos desmesuradamente abiertos, no hacía sino mirar la alfombra a uno y otro lado del respaldo de la cama. Una noche se quedó de repente mirando fijamente. Al rato abrió la boca para gritar, y sus narices y labios se perlaron de sudor.
—¡Jordán! ¡Jordán! —clamó, rígida de espanto, sin dejar de mirar la alfombra.
Jordán corrió al dormitorio, y al verlo aparecer Alicia dio un alarido de horror.
—¡Soy yo, Alicia, soy yo!
Alicia lo miró con extravió, miró la alfombra, volvió a mirarlo, y después de largo rato de estupefacta confrontación, se serenó. Sonrió y tomó entre las suyas la mano de su marido, acariciándola temblando.
Entre sus alucinaciones más porfiadas, hubo un antropoide, apoyado en la alfombra sobre los dedos, que tenía fijos en ella los ojos.
Los médicos volvieron inútilmente. Había allí delante de ellos una vida que se acababa, desangrándose día a día, hora a hora, sin saber absolutamente cómo. En la última consulta Alicia yacía en estupor mientras ellos la pulsaban, pasándose de uno a otro la muñeca inerte. La observaron largo rato en silencio y siguieron al comedor.
—Pst... —se encogió de hombros desalentado su médico—. Es un caso serio... poco hay que hacer...
—¡Sólo eso me faltaba! —resopló Jordán. Y tamborileó bruscamente sobre la mesa.
Alicia fue extinguiéndose en su delirio de anemia, agravado de tarde, pero que remitía siempre en las primeras horas. Durante el día no avanzaba su enfermedad, pero cada mañana amanecía lívida, en síncope casi. Parecía que únicamente de noche se le fuera la vida en nuevas alas de sangre. Tenía siempre al despertar la sensación de estar desplomada en la cama con un millón de kilos encima. Desde el tercer día este hundimiento no la abandonó más. Apenas podía mover la cabeza. No quiso que le tocaran la cama, ni aún que le arreglaran el almohadón. Sus terrores crepusculares avanzaron en forma de monstruos que se arrastraban hasta la cama y trepaban dificultosamente por la colcha.
Perdió luego el conocimiento. Los dos días finales deliró sin cesar a media voz. Las luces continuaban fúnebremente encendidas en el dormitorio y la sala. En el silencio agónico de la casa, no se oía más que el delirio monótono que salía de la cama, y el rumor ahogado de los eternos pasos de Jordán.
Murió, por fin. La sirvienta, que entró después a deshacer la cama, sola ya, miró un rato extrañada el almohadón.
—¡Señor! —llamó a Jordán en voz baja—. En el almohadón hay manchas que parecen de sangre.
Jordán se acercó rápidamente Y se dobló a su vez. Efectivamente, sobre la funda, a ambos lados del hueco que había dejado la cabeza de Alicia, se veían manchitas oscuras.
—Parecen picaduras —murmuró la sirvienta después de un rato de inmóvil observación.
—Levántelo a la luz —le dijo Jordán.
La sirvienta lo levantó, pero enseguida lo dejó caer, y se quedó mirando a aquél, lívida y temblando. Sin saber por qué, Jordán sintió que los cabellos se le erizaban.
—¿Qué hay?—murmuró con la voz ronca.
—Pesa mucho —articuló la sirvienta, sin dejar de temblar.
Jordán lo levantó; pesaba extraordinariamente. Salieron con él, y sobre la mesa del comedor Jordán cortó funda y envoltura de un tajo. Las plumas superiores volaron, y la sirvienta dio un grito de horror con toda la boca abierta, llevándose las manos crispadas a los bandos: —sobre el fondo, entre las plumas, moviendo lentamente las patas velludas, había un animal monstruoso, una bola viviente y viscosa. Estaba tan hinchado que apenas se le pronunciaba la boca.
Noche a noche, desde que Alicia había caído en cama, había aplicado sigilosamente su boca —su trompa, mejor dicho— a las sienes de aquélla, chupándole la sangre. La picadura era casi imperceptible. La remoción diaria del almohadón había impedido sin dada su desarrollo, pero desde que la joven no pudo moverse, la succión fue vertiginosa. En cinco días, en cinco noches, había vaciado a Alicia.
Estos parásitos de las aves, diminutos en el medio habitual, llegan a adquirir en ciertas condiciones proporciones enormes. La sangre humana parece serles particularmente favorable, y no es raro hallarlos en los almohadones de pluma.

lunes, 7 de septiembre de 2009

LA HISTORIETA

"En junio de 2005 un grupo de amigos de Argentina decidió que sería una buena idea elegir un día para celebrar, homenajear y compartir el arte que todos disfrutaban más: la historieta. Así formaron la Comisión Pro Día de la Historieta (C.P.D.H.) que al cabo de muchas discusiones decidió cuál sería el día más adecuado.
La C.P.D.H. eligió el 4 de Septiembre porque en esa fecha, en 1957, llegaba a los kioscos Hora Cero Semanal. En aquella revista con guiones de Héctor G. Oesterheld los chicos de la época disfrutaron de las aventuras del oeste de Randall the Killer (con dibujos de Arturo del Castillo), las amargas historias de guerra de Ernie Pike (dibujadas por Hugo Pratt) y una aventura como no se había visto nunca, en parte bélica, en parte ciencia-ficción y que ocurría a la vuelta de la esquina. Esa historieta -que dibujaba con lujo de detalles Francisco Solano López- se llamó El Eternauta.
Celebrar el Día de la Historieta significa tratar de invocar ese momento dorado de creación y de pasión. Cada 4 de septiembre será el día ideal para regalar historietas (todo tipo de historieta), para adornar las comiquerías y kioscos, para buscar con nuestra imaginación nuevas formas de festejar un arte que nos gusta disfrutar y también compartir.”

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En nuestro país se publicaron varias revistas humorísticas como:
  • Rico Tipo (1943)
  • Tía Vicenta (1957)

Historietas de aventuras:

El eternauta (1957)
Sargento Kirk (1952)
Mort Cindor (1962)
Patoruzú (1956)
Patoruzito (1957)
Mafalda (1964) entre otros.

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DEMASIADOS HEROES, Laura Restrepo


Laura Restrepo (Bogotá, 1950) se inició en la literatura con la novela histórica La isla de la pasión (1989)–, su obra ha alcanzado un rápido reconocimiento internacional, especialmente con las novelas Dulce compañía (1995), La novia oscura (1999), La multitud errante (2001), Olor a rosas invisibles (2002) y Delirio, Premio Alfaguara de Novela 2004. Restrepo vuelve a la novela con Demasiados héroes (Alfaguara, 2009).

El joven es Mateo Iribarren, un adolescente colombiano en busca de su padre - quien lo abanodonó cuando tenia dos años -. Viaja a Argentina acompañado de su madre (Lorenza). Casi todo el relato está constituido por los diálogos entre Lorenza y Mateo, en los que ella va contando la historia de su relación con Ramón.

Lorenza y Ramon se conocieron en Argentina cuando ambos eran activistas políticos clandestinos y radicales opositores de la dictadura militar de los años 70 (Videla).

Madre e hijo aunque se encuentran atrapados en la misma habitacion de hotel, enfocan la busqueda de modo muy distinto.